09 abril 2007

Matar al mensajero

Reyes y gobernantes de la antigüedad solían ordenar matar a los mensajeros que les llevaban malas noticias. Esta cruel y, por otro lado, inútil costumbre no se quedó en tiempos pretéritos, sino que incluso hoy día continúa vigente; en general, se usa esta expresión para referirse a acallar por todos los medios a aquellos que dicen cosas que no interesa que se sepan. Cierto que el "matar al mensajero" toma diferentes formas según las personas, las organizaciones, las naciones, los estados; y según sea en paz o en guerra --en paz, también tiene frecuentemente características inhumanas.
Nos gustaría explicar todas las formas posibles de matar al mensajero, de lo que no es ajeno el uso malintencionado de la prensa y de internet. Sin embargo, es tan amplio el tema que nos va a ser imposible. Y debemos, además, tener en cuenta que tal día como hoy, 9 de abril, en el año 2003 caía Bagdad en manos de las fuerzas invasoras. Y que la víspera, 8 de abril, morían en el bombardeo del hotel Palestina José Couso, cámara de Tele 5, y Taras Protsyuk, ucraniano camarógrafo de Reuters. Y que murieron cuando intentaban que el mundo supiese lo que pasaba en aquella guerra ilegal; es decir, otro episodio de matar al mensajero.
Fruto de la incansable lucha de la familia de José Couso para que, ya que no se puede devolverle la vida, al menos se le haga justicia, surge un rayo de esperanza. El juez Santiago Pedraz, pese a que su primera orden internacional de detención de los culpables, del 19.10.2005, no prosperara y, el 10.3.2006, la Audiencia Nacional archivara la causa, y al mandar el Tribunal Supremo, en diciembre de 2006, que se reabriera el caso, ha emitido el 17.1.2007 otra orden internacional de detención contra los autores materiales del asesinato: el teniente coronel Philip de Camp, el capitán Philip Wolford y el sargento Thomas Gibson, ejecutor del disparo --pertenecientes al 64 Regimiento Blindado, 4º Batallón, de la 3ª División de Infantería del Ejército de EE.UU.
Ya sabemos que EE.UU. se opone y seguirá oponiéndose a la extradición; pero si, por azar, salen de su país a otro no proclive a EE.UU., podrían ser detenidos, entregados a España y juzgados por asesinato. Y, en este caso, suponemos que no les valdrá que los grandes cómplices de la invasión y, por tanto, culpables también de la muerte de José Couso, los 183 diputados del PP que votaron, unánimemente, a favor de la guerra en el pleno parlamentario de 4 de marzo de 2003, se opongan a la acción de los tribunales. Allá quedarán, al fin, los Rajoy, Zaplana, Acebes, Ana Palacio... y su icono, José María Aznar, que aceptó sin investigación alguna la falsa versión yanqui.
(Para comentarios: anarquizante@gmail.com )