11 diciembre 2006

¡Al fin murió!

A las 18.15 (hora española) de ayer, 10 de diciembre, moría el ex-dictador chileno y asesino Augusto Pinochet. Desde el 11 de setiembre de 1973, fecha en que derrocó al presidente Allende, hasta el 11 de marzo de 1990, en que tuvo que entregar la presidencia a Patricio Aylwin, más de 3000 entre muertos y desaparecidos y más de 30000 entre detenidos y torturados jalonaron su camino.
A partir de marzo de 1998, cuando deja el cargo de Comandante en Jefe del Ejército, y a pesar de que existía una ley de amnistía, tanto el juez español Garzón como el chileno Guzmán buscaron el medio para hacerles rendir cuentas por sus actos a él y a sus cómplices. Desgraciadamente, cuando ya estaba acorralado Pinochet, a pesar de todas sus argucias para evitar ser procesado, murió sin que pudiera ser condenado. No pudo ser, pero se desbordó la alegría del pueblo chileno, celebrando en muchas concentraciones la muerte.
--¡Al fin murió! --nos alegramos nosotros; igual que hicimos cuando reventó otro asesino dictador, Franco.
Y aunque mostramos nuestro contento por la desaparición de Pinochet, sentimos la desilusión de que aquí, en España, entre la venta de Felipe González a la socialdemocracia alemana y sueca y el que Carrillo se bajó los pantalones para la legalización de su partido, tanto PSOE como PC engañaron al pueblo y colaboraron con el fascista Adolfo Suárez en la Transición, o mejor, en la Traición.
La Ley de Amnistía fue hecha como si los culpables fuésemos los que lucháramos contra el franquismo, y no los promotores del Golpe de Estado. La Constitución no solo impuso (entre otras cosas, y mediante falacias y engaños de sus defensores) la economía de mercado, sino que dio legalidad a la Dictadura al aceptar una monarquía y un rey, de acuerdo con la franquista Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado.
Y, ahora, el PSOE quiere que el Parlamento apruebe una Ley de la Memoria Histórica que no solo significa refrendar también la legalidad de la Dictadura, sino que no contempla la investigación de los delitos franquistas ni la anulación de los juicios que llevaron a la muerte o al encierro a tantos y tantos españoles. No se saben bien las cifras, pero al menos (y sin contar la Guerra Civil, que entre ésta y la Dictadura murieron entre 500000 y 1000000 de españoles) fueron más de 55000 los ejecutados, entre 30000 y 90000 los desaparecidos, y más de 300000 los detenidos y torturados; e incontables los represaliados.
En España todo es posible, por lo visto. Y tanto es posible, que un miembro de un grupo de extrema derecha en el franquismo, José María Aznar, llegó a ser Presidente del Gobierno. Y que un ministro de aquellos Gobiernos asesinos de Franco, Manuel Fraga Iribarne (quien coronó su carrera, tras la muerte del Dictador, con el asesinato de 5 obreros en Vitoria el 3 de marzo de 1976, siendo Fraga ministro de la Gobernación de Arias Navarro), no solo colaboró en el engaño de la Constitución (por ello, dicen que es uno de los padres de la Constitución), sino que llegó a ser Presidente de la Xunta de Galicia; e incluso alardea de que fueron justas las condenas a muerte de la Dictadura.
--¿Cuándo podremos en España --nos preguntamos-- compararnos con el pueblo chileno y hacer justicia a las víctimas de la Dictadura?
(Para vuestra opinión, anarquizante@gmail.com )